Es cerca de
los muelles
donde las
putas huelen a sal
y están
todos los muertos
todos los
que alguna vez miraron con terror a este país
que ahora se
traga un invierno ficticio.
Es cerca de
los muelles
donde las
luces de los bares están marchitas
y se pudren
en la oscuridad del callejón
la misma
oscuridad que ahora protege al asesino
que no es
otro que el hombre sin rostro.
El muy pendejo
aguarda con quietud
a que se aparezca
el niño más inocente de La Habana
para
borrarle la sonrisa
los ojos
el cuerpo
y echarlo al
agua.
Se
preguntaran por qué ocurren estas cosas
y yo les
responderé.
La gente ve
demasiadas películas.
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